En un mundo cada vez más interconectado, la identidad se ha convertido, como explica Zygmunt Bauman (2005), en una especie de moneda de cambio contestada: por un lado, la identidad puede potenicar, capacitar, reforzar y empoderar, pero por otro, puede dividir, excluir y oprimir; eso sí, depende de cómo se conciba, interprete, represente y utilice. Y esta realidad sólo se complica al considerar la situación de las personas y grupos que han sufrido diversas formas de injusticia a raíz de uno o más aspectos de su identidad personal o colectiva. A menudo son varias las formas de discriminación (o, al contrario, de privilegio) que convergen en una sola persona debido a su procedencia nacional o étnica, su género, su "raza", o sus medios económicos (entre otros factores). Aquí es dónde entra en juego el análisis interseccional: ¿Cuáles son las implicaciones de este cruce de formas de discriminación? Puede que la persona en cuestión ni siquiera se identifica a si misma/o tal y como le han identificado otras muchas personas ajenas a su realidad. ¿Qué factores pesan más en estas dinámicas injustas? ¿Cómo responder a todo ello desde las políticas sociales? Estas preguntas conforman la esencia de esta asignatura.
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